Hay una tendencia a sobrevalorar los finales de las historias mediante la negación de los llamados spoilers. Definimos spoiler como la explicación de alguna parte de una obra artísitca, especialmente los finales, evitando la supuesta sorpresa por lo que iría a pasar. Spoilemos este pequeño e insignificante artículo, ya que reivindicaremos a los spoiler dado que entenderemos al arte como un proceso y no un resultado final.
En primer lugar la molestia por el spoiler se basa en una concepción artística centrada en que lo importante es cómo termina algo, su final. Pareciera que podemos contar sin mayores recaudos el inicio de una novela, incluso recuperar de manera exacta sus palabras, o explicar detalles de la trama, posibles significados de los conflictos desarrollados en el nudo de la historia, con la única condición de detenernos en el desenlace. Allí, en el término de una novela cualquiera, el amigo spoiler debiera frenar sus comentarios. No le podemos permitir, según estas convenciones, que nos adelante el final. Ahora bien, yo me pregunto ¿acaso el arte sólo es el final? ¿Lo único valedero, eso que estamos obligados a ocultar, sólo se encuentra en el remate último de la historia? Esa concepción refuta a la obra artística, a una novela por ejemplo, como un todo. Si se puede contar su inicio y se esconde el final, se dictamina entonces que el principio no tiene tanto valor y que el enigma, su misterio, sólo se haya en las últimas palabras.
Me gusta pensar al arte como un todo. Desde mi punto de vista tiene valor fundamental en un novela tanto la primera palabra como la última. El autor escribe, corrige, edita desde el inicio hasta el final. Su preocupación está en cada una de las palabras, hay un búsqueda por el significante exacto, por el que resuene de una forma particular, el que otorgue una determinada música. Por lo tanto si podemos spoilear el comienzo, también podemos hacerlo con la consumación de la historia. En especial si necesitamos hablar de ese final. Porque a quienes nos gusta comentar algo literario, algo artístico, lo hacemos dado que algún fragmento de esa obra nos despertó una idea, un recuerdo, o algo nuevo en una cadena asociativa. Y para sostener esas ideas que en nuestras cabezas aparecieron, necesitamos mencionar a la obra artística en cuestión. Y, dado las ideas surgidas, quizá contar un final, spoilear un final, sea irremediable. Por ejemplo, cómo pensar algo de la tragedia de Edipo, en especial la mirada ante el horror del incesto, si no hacemos mención a que el héroe se arranca los ojos.
Por otro lado hay algo en torno a la concepción del tiempo en esta tendencia anti spoiler. Es decir, la idea de que el final es el último punto de una novela, o cuando las luces se apagan el cine, implica pensar al tiempo como lineal. Concepción cuestionable desde múltiples disciplinas; escapa a los fines de este humilde blog desarrollar dichos cuestionamientos. Baste seguir con Edipo Rey de Sófocles para ejemplificar algo de esto. La idea de esa tragedia griega es que, inevitablemente, se va a cumplir la predicción de los dioses, la cual Edipo no podrá evitar. Es lo que se llama fatalidad, el destino. Cortázar nombra a la fatalidad como uno de los temas universales de la literatura. Esta idea del destino implica una concepción diferente del tiempo. Porque el futuro condiciona al pasado. Dado que más adelante se va a cumplir el designio de los dioses, entonces el pasado va a ser de una determinada forma. Es decir el futuro está antes que el pasado.
La idea de spoilear no se lleva muy bien con estas concepciones del tiempo no lineal. Ejemplifiquémoslo con la película Memento del año 2000 dirigida por Chritopher Nolan. Memento inicia por el final. Ya que la historia avanza mediante explicaciones de lo que ya sabemos que ocurrió. Es decir, Nolan nos spoilea el final. Es una concepción de tiempo no lineal, donde lo que viene después es lo anterior, el futuro cuenta el pasado. De tal manera nos encontramos con lo absurdo que sería spoilear el final de Memento.
Por lo dicho pienso que cuando es necesario debemos spoilear el final de lo que sea. Desde este pequeño blog se reivindica a los spoilers, en especial cuando el objetivo es argumentar una idea surgida a partir de esa actividad inútil pero necesaria llamada arte.
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