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De otro planeta


 Pequeña participación en la Ronda Literaria Abierta Internacional

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Entradas populares de este blog

Una muy subjetiva reivindicación del colectivo

En tiempos de argentinismos intensos (La argentinidad al palo, cantaría la Bersuit), quisiera comentar algunas sensaciones sobre los colectivos, ómnibus, autobuses, o como quieran llamarlo. Sensaciones meramente individuales, vale aclararlo. Según el mito, el colectivo es un invento argentino, lo cual engorda a ese nacionalista dentro nuestro que, luego de ganar un mundial, es inmenso. El orgullo por tal invención encuentra, como podríamos adivinar, contradicciones que niegan al nacionalismo exacerbado: que va lleno de gente, que no cumple con los horarios, que aumenta el precio del pasaje, que funcionan mal y otras quejas justificadas sobre un servicio de trasporte público que no cumple con las expectativas de sus usuarios. Quizá en otras partes del mundo haya un mejor funcionamiento. Acaso el colectivo ideal existe en un hipotético primer mundo. No lo sé, pero puedo decirles que he escuchado –y vivido– todas estas injusticias arriba de un colectivo. Y, por lo tanto, podría argüir en

Entre Fito y Diego, las biopics

Mientras miraba la serie El amor después del amor en mi cabeza había un contrapunto con escenas de la serie Maradona: sueño bendito. Algunas escenas se distorsionaban, se mezclaban, como si las señales de Netflix y Prime Video hicieran un crossover. Me recordaba a mí mismo que eran series distintas, personajes diferentes, con historias singulares, a quienes yo conocía de antemano. Y ese último punto, el de conocerlos de antemano, es el que me lleva hacia estas líneas. Maradona y Fito Páez son personajes que, para los nacidos en los ochenta, son re contra mil conocidos. Quién más quién menos, los hemos visto en la televisión jugando al fútbol, tocando el piano o lo que sea. Pero, también, en entrevistas. Y ahí fuimos descubriendo características de ellos, de su vida personal, anécdotas. Y algo de eso nos atraía, de saber la intimidad de personas extraordinarias. Descubrir que sus vidas tenían momentos ordinarios era una forma de acercarnos, compartir algo, aunque sea mínimo, con un tip

Opinión, no datos

Cada vez escucho y/o leo más seguido la frase “datos, no opinión” , como garantía de cierta objetividad. Periodistas, economistas, intelectuales y tanto más ponen el acento en la transmisión de datos en desmedro de cualquier tipo de opinión. Me pregunto por qué de la desvalorización de las opiniones, y si acaso creemos que los datos por sí solos dicen algo. Quizá estas palabras tengan el único objetivo de reivindicar a la opinión, y por ende reivindicarme a mí mismo. Ya que soy una especie de opinólogo, que habla sobre cualquier tema. Doy mi opinión donde sea sobre fútbol, política, historia, cine y tantos temas más. Lo disfruto. Y a decir verdad, en general no tengo datos. Pero sí me esfuerzo por sostener con argumentos lógicos y coherentes lo que digo. En su mayoría no lo logro, pero me esfuerzo. De hecho todo este blog está armado en base a opiniones y muy pocos datos. Para pensar estas cuestiones lo primero que se me ocurre es el VAR, o árbitro asistente de video. Sabemos de qu