Texto originalmente publicado en La Bruma
A veces, sin darnos
cuenta, lo fantástico se nos cuela en lo cotidiano: en una conversación casual,
en un chiste espontáneo, en una publicidad de la tele, o en esas canciones que,
si bien no escuchamos a diario, conocemos de memoria, de las que podemos
tararear desde el primer acorde hasta el último. De eso se trata el presente
artículo, de un pequeño catálogo, para nada exhaustivo, de canciones de rock
nacional que cuentan historias fantásticas o que de algún modo hacen
referencias al respecto.
Estoy seguro que a los
amables lectores se les ocurrirán un sinfín más, así que dejo abierta la
posibilidad de sumar nuevos temas.
Si hablamos de rock, la
referencia al diablo tiene que estar en algún lado. Citemos al menos dos casos.
Encuentro con el diablo[1]
de Seru Giran nos cuenta la historia de un protagonista sorprendido ante el
lugar donde encuentra a la Bestia, y nos describe a un Diablo seguro de sí
mismo, que no duda, alegre, sin aparentes conflictos, a diferencia del
protagonista (y a lo mejor de la mayoría de los humanos) quien no sabe qué
responderle a este Señor. Sorpresa también se lleva el protagonista de La
balada del Diablo y la Muerte[2]
(La Renga) al encontrarse a estos amigos en una esquina de su barrio. El Diablo
de La Renga es uno que nos termina inspirando cierta lástima, o incluso empatía
(Simpaty for the Evil dirían los Rolling Stones).
Dice La Renga: “más miedo
que ellos dos me daba el propio ser humano”, “el Diablo y la Muerte se me
fueron amigando”. Diablo y Muerte pierden su perfil maligno, y en algún sentido
se humanizan.
Sentimientos humanos
también rodean a la Parca en Canción para mi muerte[3]
de Sui Generis, donde el protagonista espera a su hora final como si de una
especie de novia se tratara.
Sui Generis también tiene
en su haber El show de los muertos[4]
donde, más allá de las connotaciones socio políticas e históricas que influyen
en la canción, hay una especie de coleccionista de cadáveres que ofrece
mostrárnoslos.
Otra versión de la muerte
aparece en Amanece en la ruta[5]
de Suéter. Mejor dicho, esta canción se trata de la historia de un protagonista
que gradualmente se va anoticiando de que abandona la vida, que muere.
En esa misma canción
(Amanece en la ruta) surge la dificultad para distinguir los sueños, lo
onírico, de la realidad. Algo de ese a veces confuso límite entre fantasía y
realidad lo encontramos también en Imágenes paganas[6]
de Virus, donde a partir de un ritual gitano algo que parece de otro tiempo
invade la consciencia del protagonista. En esta temática nos podemos dar el
lujo de ubicar a dos íconos de nuestro rock: Charly García y El Flaco Spinetta.
El del bigote bicolor nos ofrece Influencia[7],
una canción donde algo identificable condiciona las acciones del protagonista:
¿será acaso una referencia de García a El Horla de Maupussant? El Flaco, en su
época de Almendra, nos regala Figuración[8],
un tema que nos interroga acerca de qué pasaría con el mundo, con los que nos
rodean, si nuestro cuerpo se desfigurara.
Antes hablábamos de
muerte. Nada más cercana a ella que los fantasmas. En Azafata del tren fantasma[9]
Spinetta nos relata una historia de poder, traición y avaricia. Alguien que
sufre por su condición es el protagonista de El fantasma de Canterville[10]
de Sui Generis (clara referencia a la novela de Oscar Wilde). El fantasma[11]
de Árbol es uno que si bien evidentemente extraña varias cosas terrenales, no
da la impresión de un ser sufriente sino más bien alguien que acepta su
condición espectral.
Hoy suelen escribirse
bastantes libros encuadrados en el género denominado Fantasy. Quizás allí
podríamos situar La leyenda del Hada y el Mago[12]
de Rata Blanca, donde la combinación siempre efectiva de amor y muerte aparece
de lleno.
Nada más fantástico que
un buen engendro. Ahí hallamos Algo flota en la laguna[13]
de Pescado Rabioso, donde una especie de monstruo amorfo enloquece a quienes
pasan cerca. Hablando de monstruos no podemos dejar de lado a un Nosferatu.
Charly García suma a su producción Vampiro[14],
una poesía que entremezcla deseos tan intensos como peligrosos, y un
protagonista que trata de eludir tales anhelos.
Ya dentro de la ciencia
ficción, y siguiendo con Spinetta, hallamos viajes en el espacio. Gabinetes
espaciales[15] nos
ofrece una especie de sitio vacacional donde los humanos observan distintas
vistas del cosmos, donde el placer está al alcance de la mano. Distinto es el
caso de El anillo del Capitán Beto[16]
donde el piloto en cuestión vive la contradicción entre su grandeza profesional
por un lado y por otro la soledad, la nostalgia, la angustia.
Los alienígenas también
tienen su espacio en el rock nacional. Fabio Zerpa tiene razón[17]
de Calamaro nos informa de la certeza de marcianos en el planeta, donde el
algún punto se nos relata la contradicción entre si los aliens “están copando
el mundo a traición” o si “los extraterrestres deben venir en son de paz”. En
Radio Venus[18] de Los
helicópteros una pareja recibe en la radio de su auto una interferencia con
mensajes de un venuzino que solicita ayuda ante un ataque de no sabemos quién,
el cual habría destruido a su especie. En la pareja podemos ver la mezcla de
sentimientos ante la insólita revelación: ella tiene miedo y quiere huir y él
anhela responder al llamado y ayudar de alguna manera al venuzino.
Referencia
cinematográfica hacia un clásico de ciencia ficción la hallamos en Uno, dos
¡ultraviolento![19] de Los
violadores, que abren y cierran dicho tema con una versión de la Novena
sinfonía de Beethoven, aquella música que gustaba oír a Alex en La naranja
mecánica. También Patricio Rey y los redonditos de ricota nos citan en
Fusilados por la cruz roja[20]
a una película del género: “te encanará un Robocop sin ley”.
Si hablamos de ciencia
ficción y rock, no podemos evadir lo post apocalíptico. Y si juntamos un post apocalipsis
con el rock, podríamos hacer un especial sobre Pappo. Citemos al menos tres
ejemplos. Pantalla del mundo nuevo[21]
(si bien no es de su autoría, pertenece a Riff, una banda imposible de pensarse
sin El Carpo) nos cuenta un futuro de una ciudad ultramoderna que puede ser
sitiada por humanos disidentes que viven fuera de la metrópoli. El
ex-terminador[22] es una
historia de una especie de androide que espera una orden para destruir,
intuimos, a la humanidad. El tercer ejemplo de Pappo es más bien fantástico que
de ciencia ficción, pero también nos habla de la destrucción del mundo: La
espada sagrada[23], donde
una especie de hijo de Dios termina destruyéndolo todo.
Hablando de Dios, algunos
ateos asentarían en este catálogo al disco La Biblia de Vox Dei, como una
producción fantástica. Pero seguro que más de un creyente no lo consideraría
así. Por ende, dejo a consideración del lector tal clasificación.
Hasta aquí el pequeño
catálogo. Como dije al principio, seguramente quedan muchas canciones más que
podríamos incluir, inclusive en el rock más allá de nuestra frontera. Pero,
siendo sincero, no se me ocurren más.
[1] Del disco Bicicleta de
Seru Giran (1980). Compositores: Charly García y David Lebón
[2] Del disco Despedazado en mil
partes (1996). Compositor: Gustavo Nápoli
[3] Del disco Vida (1972).
Compositor: Charly García
[4] Del disco Pequeñas
anécdotas sobre las instituciones (1974). Compositor: Charly García
[5] Del disco Lluvia de gallinas (1984). Compositor: Miguel Zavaleta
[6] Del disco Virus Vivo 1
(1985). Compositor: Federico Moura; Daniel Sbarra; Roberto Jacobi; Enrique Mugetti
[7] Del disco Influencia
(2002). Compositor: Charly García
[8] Del disco Almendra
(1969). Compositor: Luis A. Spinetta
[9] Del disco Invisible
(1974). Compositor: Luis A. Spinettta
[10] Del disco El fantasma de
Canterville (1976). Compositor: Charly García
[11] Del disco Guau! (2004).
Compositor: Eduardo Schmidt
[12] Del disco Magos, espinas
y rosas (1990). Compositores: Walter y Rosana Giardino
[13] Del disco
Desatormentándonos (1972). Compositores: Luis A. Spinetta y Osvaldo Frascino
[14] Del disco Tango 4 (1991).
Compositor: Charly García
[15] Del disco Almendra
(1968). Compositor: Luis A. Spinetta
[16] Del disco El jardín de los presentes (1976). Compositor: Luis A.
Spinetta
[17] Del disco Hotel Calamaro
(1984). Compositor: Andrés Calamaro
[18] Del disco Música Pep (1982). Compositor: Uki Goñi
[19] Del disco Y ahora qué
pasa, eh? (1985). Compositor: Esteban Cavanna
[20] Del disco La mosca y la sopa (1991). Compositores: Sky Belinson y
El Indio Solari
[21] Del disco Contenidos
(1982). Compositor: Michael Peyronel
[22] Del disco Riff VII
(1985). Compositor: Pappo y Vitico
[23] Del disco Riff VII
(1985). Compositor: Pappo, Vitico y Oscar Moro
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