Texto originalmente publicado en Corriendo la voz el 23 de marzo de 2018
Siempre me sorprendieron los diarios íntimos. Historias que prescinden de lectores. En algún punto desafían esa especie de máxima que dice que lo que se escribe recién está terminado cuando otro lo lee. En el diario íntimo no hay un otro lector. El escritor no necesita personajes con las cuales uno pueda empatizar, ni buscar temas universales que a todos nos lleguen de alguna forma. No, el diario íntimo es bien individual.
Sin embargo, cada tanto pasa que alguien lee un diario íntimo. Y en ocasiones, eso que debía estar bajo secreto, esa historia individual destinada tan sólo a su escritor, pasa a ser de otro. Y así a veces nos anoticiamos que aquello que considerábamos meramente individual, no lo es, sino que la historia de ese diario íntimo pertenece a una especie de historia de la humanidad. Lo individual también forma parte de lo colectivo. Quizás eso haya pasado con El diario de Ana Frank. Y a lo mejor eso suceda con Las Primas de Villaguay de Carolina Bugnone.
Acompasados por una prosa que no deja de ser poética, las historias de Las Primas de Villaguay se dividen en cuarenta y cuatro relatos cortos. Sin embargo, son una sola historia. Pero también, cuarenta millones. Las Primas de Villaguay se inscriben en el contexto del retorno a la democracia, pero visto desde los ojos de una niña. Una niña que vive con temores, incertidumbres y tristezas a todo lo que circula a su alrededor. Desde una inocencia que abruma y, por momentos, hasta asfixia, nuestra protagonista nos invita a su mundo infantil. Un universo lleno de nostalgias, temores y esperanzas.
Las Primas de Villaguay logra convertir la historia de una nena en la historia de todos. Es decir, algo intrascendente para la vida política de un país, una historia pequeña y diminuta como lo es una niña en una ciudad chica como Villaguay se transforma, a partir de la habilidad de Carolina Bugnone, en trazos en los cuales nos podemos encontrar con facilidad: familiares desaparecidos, primeros enamoramientos, películas en un cine, siestas, intrépidas salidas con amigos, la muerte, el extrañar a los que se van a estudiar. Recuerdo que algo de estas sensaciones tuve al leer en mi adolescencia La Casa de los Espíritus de Isabel Allende. Me sorprendía cómo en la historia de una familia podía condensarse la historia de un país. Aún tengo en mi memoria que luego de leer la novela de Allende recorría las anécdotas y relatos de mi familia y las encontraba coherentes con lo que pasaba en el país a nivel socio económico: la parejita que venía del interior a trabajar en la Capital, los empleos, los gustos musicales, las ropas en las fotos, todo cerraba. La historia de mi familia también era la historia de la Argentina.
El filósofo Michel Foucault habla de la microfísica del poder. Según Foucault el poder no sólo se ejerce en grandes decisiones, sino también en las relaciones humanas, en lo cotidiano, en el todos los días. Por ejemplo, en la computadora en que escribo esta reseña están agrupadas todas las pujas de poder que existen en la actualidad: la expansión mundial del neoliberalismo mediante empresas transnacionales, los salarios de los obreros que fabricaron cada uno de estos componentes, las reivindicaciones de los empleados de la compañía eléctrica privatizada en los 90, la forma en que se distribuyó la electricidad en este país, los ajustes tarifarios a los servicios que realiza este gobierno, la historia de la palabra escrita… y así podría seguir. La Primas de Villaguay es un libro foucaultiano. En esas mínimas historias que guían la vida de una niña en la década del 80, están todos los entramados y debates de esa época. Debates que perduran hasta hoy: libertad o libertinaje; los desaparecidos dónde están; quiénes fueron los represores de los setenta. Pero también hay otras preguntas que se desprenden del libro; interrogantes ya no dependientes de un contexto socio político, sino más bien aquellos que siempre hacen a la constitución de una persona: qué es la vida, qué es la muerte; qué es el amor; cuándo termina la infancia; qué hacer frente a la tristeza.
Las Primas de Villaguay es una novela de microrrelatos independientes, pero abrochados en el cordel del patio de una casa. La poesía del libro hace a cada palabra, cada punto, cada espacio. Las Primas de Villaguay nos mete en historias cotidianas. Y allí, en dichas historias, Carolina Bugnone juega con nosotros y su poesía: nos conmueve, nos interroga, nos afecta de diversas formas. Las Primas de Villaguay es un libro que merece ser leído.
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